Kirsty Heap

Idioma: Inglés

Tenía siete años cuando me diagnosticaron dislexia, y eso influyó en mi vida de distintas maneras, tanto positivas como negativas. La escuela me resultaba muy frustrante y tenía que dedicar mucho tiempo extra a hacer los deberes para conseguir las notas que quería. Sin embargo, aprendí que mis niveles de determinación y resistencia son altos y que no me gusta que me digan que no puedo o no voy a conseguir algo.

Mirando hacia atrás, me doy cuenta de que me escondía detrás de mi dislexia y dejé que me definiera en algunos aspectos. Por ejemplo, no me presentaba a ciertos trabajos o no creía que fuera capaz de desempeñar ciertas funciones por ello. No entendí mi dislexia, no vi sus ventajas hasta que tuve 30 años.

Hice un máster en Gestión de Recursos Humanos a los 30 años, mientras trabajaba y criaba a mis hijos. Fue un proceso de tres años, que no sólo supuso un reto, sino también un trabajo muy duro. Fue un punto de inflexión en mi vida cuando me di cuenta de que yo controlaba mi futuro y que mi dislexia no me definía. Soy dueña de lo que logro, hago o llego a ser.

Me gusta trabajar con la gente y por eso me pasé al coaching. Descubrí que tengo la capacidad de ver el panorama general, adaptarme a diferentes situaciones y comunicarme bien con la gente. Cuando pregunté a mis amigos qué palabras utilizarían para describirme, me dijeron: feliz, positiva, decidida, resiliente, motivadora, buena oyente, comprensiva, fiable, servicial, me gusta reírme, tengo una imaginación desbordante, soy amable y cariñosa, por nombrar sólo algunas.

Un par de datos curiosos sobre mí: me encantan las zanahorias crudas, me gusta ducharme con agua fría y mi animal favorito es la vaca (y puedo imitar muy bien a una vaca, aunque sea yo quien lo diga).